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LA ODISEA DE LOS MIGRANTES AFRICANOS

 

Desde el naufragio ocurrido en 2013 donde murieron más de 500 migrantes africanos, la situación en la isla italiana de Lampedusa está lejos de mejorar. Se encuentra en el centro del Mar Mediterráneo, lugar que en 2014 se convirtió en el cementerio de 3.000 africanos que se adentraron al mar en busca de una vida mejor.

 

La mayoría de los migrantes provienen de Túnez, Guinea y Libia, escapando de grupos radicales que destrozaron sus aldeas. Intentan arribar a la isla como punto intermedio antes de llegar a Europa donde tienen familiares esperándolos. Viajan apretados en gomones que llegan a albergar hasta 130 personas, al mínimo movimiento dentro del mismo, la improvisada embarcación termina dándose vuelta y arrojando a sus tripulantes al mar.

Las guardias costeras de Lampedusa han trabajan incansablemente para socorrerlos. Se los rescata del mar para ser asistidos y luego se los traslada a los centros de detención en Sicilia y Calabria. Los habitantes de la isla entienden la desesperación de los migrantes, pero a pesar de ello, ya no soportan este escenario. Afirman que disminuye el turismo, actividad esencial para la economía de la región. Hoy en día se realizan huelgas recurrentes para que el gobierno italiano se haga cargo de la situación. La agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR) proveyó varios barcos para rescatar personas en el Mediterráneo, entre ellos el “Loise Michel”, financiado por el artista británico de arte urbano, Bansky.

 

Asimismo, en Melilla y Ceuta, las ciudades autónomas españolas al norte de África, la situación de los migrantes ha sido desesperante en los últimos años. Escapando de diferentes guerras, las personas llegan a la frontera y deben saltar una triple valla de 4 metros de altura. En el caso de lograrlo deben enfrentarse a la guardia civil, que a falta de controles que regulen su accionar, maltratan terriblemente a los inmigrantes y los devuelven hacia el otro lado (rechazo en frontera o devolución en caliente).

Otra de las opciones que utilizan para ingresar a Manilla esquivando las vallas, es nadando por el mar hacia la playa, por un zona a la que llaman “el barranco del quemadero”. Los afortunados que superan la odisea, son albergados en el CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes). La Unión Europea lleva gastados desde el año 2000 más de 11 mil 300 millones de euros en trámites de expulsión y centros de detención. Para algunos inmigrantes estos lugares son como cárceles, pero para otros son una meta alcanzada. Estar ahí significa que ya lograron el primer paso que es cruzar, luego buscarán la manera de llegar a Europa.

 

La odisea de los migrantes es un problema mundial y es responsabilidad de los gobiernos buscar la mejor manera de solucionarlo. Hay varias organizaciones que aportan cada año sus recursos y esfuerzo. Pero lamentablemente aún no es suficiente.   

 

  

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La guardia costera de Lampedusa trabaja sin descanso.

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Botes amarrados en el puerto de  Lampedusa.

Escrito por Diego Varela

ROBERTO ARLT MÁS VIGENTE QUE NUNCA

Se dice que la letra del tango “Cambalache” de Enrique Santos Discépolo, con su sagaz crítica a la sociedad argentina, mantiene su vigencia hasta el día de hoy. Lo mismo podríamos decir de los textos de “Las Aguafuertes Porteñas” del genial escritor y periodista argentino Roberto Arlt. En ellas se puede observar cómo ciertas cuestiones de la sociedad argentina de los años 30, han sobrevivido al paso del tiempo.
El ácido clorhídrico (aguafuerte en España) es un líquido corrosivo que se utiliza en diferentes industrias, ya sea para sacar el óxido de los metales, como técnica de grabado o para destapar cañerías, la función principal de la aguafuerte es corroer y limpiar las impurezas. De esta manera, Roberto Arlt ponía en evidencia las impurezas de los porteños, haciendo notas curiosas. O denunciando con un estilo irónico, las cuestiones políticas, económicas y culturales que acontecían en la época.
Dos de Las Aguafuertes Porteñas más famosas son: “¿Quiere ser Usted Diputado?” y “El Hombre Corcho”. En la primera de ellas, el escritor se encarga de hacer una crítica de las actitudes de algunos diputados, a los que acusa de ser ladrones, mentirosos y sinvergüenzas que “le chupan la sangre al país”, vendiéndolo a empresas extranjeras. En la segunda nos describe al hombre corcho. Este personaje que sin importar cuáles sean los acontecimientos turbios en los que esté mezclado, nunca se hunde.
Es llamativo analizar como Roberto Arlt se basó en los escándalos que los diputados corruptos del último gobierno de Hipólito Irigoyen, quienes terminaron apoyando la no nacionalización del petróleo y favoreciendo intereses extranjeros, dando paso también al golpe de Estado de 1930 liderado por José Félix Uriburu. Es por eso que el autor nos describe a los políticos como personas que “aspiraban a desempeñar una administración honesta”, o cuando explica de una manera sarcástica y magistral: “se ha desatado una catarata de honestidad, embaldosaron y empedraron a la ciudad de honestidad”.
 

 

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Fue así que Arlt decide proponer un discurso que, para él, sería un éxito definitivo y que algún aspirante a diputado podría utilizar para convencer a sus potenciales votantes. Su propuesta se centra en que éste admita que es mentiroso (el mejor de los mentirosos) y, no solo eso, sino que también contribuya a vaciar las arcas del Estado, traicionar al pueblo, robar todo lo que se pueda…: “cierto que quiero robar, pero ¿quién no quiere robar? Díganme ustedes quién es el desfachatado que en estos momentos de confusión no quiere robar”. El escrito finaliza con la frase: “Con este discurso, lo matan o lo eligen presidente de la República”. 
    
Si analizamos los sucesos de la política en los años subsiguientes a estos escritos, lamentablemente podremos apreciar que tanto las ironías como las literalidades se pueden seguir aplicando. 
Roberto Arlt no es un profeta, sino una persona que sabía analizar ciertas cuestiones humanas que nunca cambian. “Lo que ocurrió es que flotó, flotó como un maldito corcho. Allí donde otro pobre diablo se habría hundido para siempre en la cárcel, en el deshonor y la ignominia, el ciudadano Corcho encontró la triquiñuela de la ley, la escapatoria del código, la falta de un procedimiento que anulaba todo lo actuado”, sentenció y sentencia, el gran escritor argentino Roberto Arlt.


Escrito por Diego Varela

Roberto Arlt, periodista y

escritor argentino

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ADRENALINA A FLOR DE PIEL

 

Cinco valientes se aventuraron a cruzar el océano a puro remo y pulmón

En una balsa que construyeron ellos mismos y, con mucha dedicación, lograron unir dos países de distintos continentes.

 

Alfredo Barragán deportista, amateur, enamorado de la naturaleza. Piloto de Yate a Vela y Motor. Buzo Deportivo. Kayakista de Travesía. Piloto de Planeador (vuelo a vela). Montañista. Realizador  cinematográfico. Dedicado a la Exploración Deportivo Científica, comenzó con una idea en su cabeza, la cual sería demostrar que el hombre, si bien no puede dominar a la naturaleza, puede convivir y llevarse muy bien con ella. Así lo refleja en una nota: “Hay que dar libertad a los sueños. Y animarse a concretarlos”.

 

De tal manera estaba convencido este señor que un día allá por el año 84 comenzó a reclutar compañeros para emprender un viaje al cual lo llamaría EXPEDICIÓN ATLANTIS.

Sus compañeros de aventura serian cuatro: Jorge Iriberri, Horacio Giaccaglia, Daniel Sánchez Magariños y Félix Arrieta.

 

Una vez que los reclutados estaban a disposición, se dedicaron a diseñar la embarcación que recorrería desde Santa Cruz de Tenerife, en las Islas Canarias, hasta Puerto de La Guaira Venezuela, recorriendo casi unas 3200 millas náuticas (unos 5000 kilómetros).

 

La balsa estaba construida con troncos, sin timón y con solo una vela. Medía 13.6 metros de largo por 5.8 metros de ancho. La Fragata Libertad donó parte de sus viejas velas, el barco de regatas de la Armada Fortuna les cedió una radio VHF, y el presidente de "La Balsera Ecuatoriana", la empresa de Ecuador que tenía los árboles que necesitaban, les regaló los troncos. Unos de los datos más curiosos era que al no tener timón, la balsa no podía virar ni volver sobre su rumbo; por ello no había chance de rescatar a quien cayera al agua. Tampoco nadie podría tirarse a rescatar al supuesto náufrago. “Es preferible perder a un hombre y no a dos”, era la regla a bordo. De caer, solo existía la chance de aferrarse a un cabo de 70 metros que arrastraba la popa de la embarcación. La fecha de salida fue el 22 de mayo de 1984 y concluyó 52 días más tarde, el 12 de julio de 1984.

 

A esta expedición la podemos mencionar como una gran hazaña o una excelente obra de arte, ya que detrás de la aventura estuvo un capitán con una muy buena preparación y dedicación, planificando cada detalle del viaje y recorrido con cuatro “marineros” de lujo que aceptaron fielmente sus reglas y condiciones. Así fue que cinco personas en un bote prefabricado se hicieron a la mar.

 

 

 

                                                Martin Cotos

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